David Varona Fuentes
Lunes 30 de abril del 2012.
SILENCIO…COMPLICE MALDITO.
No basta con derramar lágrimas…
El cobarde asesinato de la periodista Regina Martínez, debe ser motivo de reflexión:
¿Hacia dónde vamos?
¿Es una voz de alerta para el gremio periodístico?
¿En manos de quién está la sociedad civil veracruzana?
El gobernador Javier Duarte; se encuentra en el ojo del huracán, el crimen artero de Regina, ha dado la vuelta al mundo, ha estremecido los soportes de la Libertad de Expresión y enciende el fuego en todos los puntos cardinales de este país.
No basta… con los pésames familiares, es el momento que el gobernador del estado, defina de una vez por todas, qué nos depara el destino a quienes ejercemos este noble y generoso oficio; la lamentable muerte de la periodista Regina ha sido la gota que ha derramado el vaso de la tolerancia y prudencia de los periodistas de todos los niveles.
Crímenes de mujeres periodistas; que al parecer llevan el mismo sello y mensaje, de quienes no aceptan críticas y denuncias públicas de personajes que ocultos y cobijados con el manto de la impunidad, han sembrado el terror en tierras veracruzanas.
¿Y los autores materiales a qué establo pertenecen?
Yo no quisiera estar en el pellejo del doctor Duarte; quien al parecer está rodeado de “informes” maquillados y mentirosos, sobre la realidad que viven los veracruzanos, en materia de procuración e impartición de justicia.
El gobernador debe tener perfectamente claro; que ya no es el momento en que el gobierno se hacía de la vista gorda, ha llegado la hora de combatir hasta sus últimas consecuencias a los criminales y a todos los políticos corruptos.
Si Duarte quiere que su gobierno tenga credibilidad, es la oportunidad de hacer a un lado y de romper con los cómplices de la delincuencia organizada; ya no más contemplaciones. Ni pagos a facturas políticas del sexenio pasado, de lo contrario, el gobierno del estado enfrentará el descrédito, por el silencio…cómplice maldito.
Regina… ya descansa en paz, se lleva el secreto del rostro de sus ejecutores… el tiempo y la justicia divina llegará y otros tendrán que enfrentar el más terrible infierno, que anuncia barruntos de tempestad en la conciencia de quienes ordenaron su muerte.
El destino lo dirá.
¿O usted qué opina?